Documento sin título

¿Aumentar la cobertura aumenta la equidad?: el caso de la educación superior en México de 1990 a 2010

María-Isabel Enciso-Ávila*

Jordi Planas-Coll**


Resumen

En este artículo se pretende demostrar si existe una relación positiva entre cobertura y equidad en el acceso a la educación superior. Bajo el supuesto de que el acceso a cualquier nivel no obligatorio empieza siendo minoritario, para aquellos socialmente mejor situados y en la medida que la cobertura se amplía ello conlleva generar nuevos espacios que permitan el acceso de sectores sociales menos privilegiados, con lo cual se irá aumentando progresivamente el grado de equidad social de dicho nivel de estudio. Se toman los datos oficiales de cobertura de los informes de gobierno y los censos de población en México para comparar la evolución de los indicadores de 1990 a 2010. Se observa que la cobertura ha aumentado de manera generalizada, conservando la tendencia tanto en estados como en regiones, pero el comportamiento de la equidad muestra una evolución opuesta. Lo anterior permite afirmar que, en estas dos décadas, el aumento de la cobertura no implica un aumento en la equidad en la educación superior.

Palabras clave: equidad, cobertura, acceso a la educación superior, movilidad social, México.


Aumentar a cobertura aumenta a equidade?: o caso da Educação Superior no México, de 1990 à 2010

Resumen

Neste artigo se pretende demonstrar se existe uma relação positiva entre cobertura e equidade no acesso à educação superior. Sob a suposição de que o acesso a qualquer nível não obrigatório começa sendo minoritário, para aqueles socialmente melhor situados e na medida que a cobertura se amplia, implica gerar novos espaços que permitam o acesso de setores sociais menos privilegiados, com o qual se irá aumentando progressivamente o grau de equidade social de dito nível de estudo. Se utilizam os dados oficiais de cobertura dos informes de governo e os censos de população no México para comparar a evolução dos indicadores de 1990 à 2010. Se observa que a cobertura tem aumentado de maneira generalizada, conservando a tendência tanto em estados como em regiões, mas o comportamento da equidade mostra uma evolução oposta. O anterior permite afirmar que, nestas duas décadas, o aumento da cobertura não implica um aumento na equidade na educação superior.

Palavras chave: equidade, cobertura, acesso à educação superior, mobilidade social, México.


Does raising the educational coverage increase quality? The case of higher education in Mexico during the period 1990-2010

Abstract

This article aims to demonstrate whether there is a positive relationship between coverage and equity in access to higher education under the assumption that access to any non-compulsory level begins as a privilege for a minority group, for those socially better situated and that as coverage expands, this entails generating new spaces that allow access by less privileged social sectors, which will leave progressively increasing the degree of social equity of this level of study. The official coverage data of the government reports and the population censuses in Mexico are taken to compare the evolution of the indicators from 1990 to 2010. The author observes that the coverage has increased in a generalized way, keeping the trend both in states and in regions, but that the behavior of equity shows an opposite evolution. This makes possible to affirm that, in the analyzed period, raising the educational coverage did not imply an increase in equity in higher education. 

Key words: educational research, higher education, science policy, social sciences, Argentina.


Recepción: 16/06/16. Aprobación: 9/05/17.



Introducción
Disponer de una titulación de educación superior (ES) constituye, en todos los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), pero sobre todo en México (ANUIES, 2003; OCDE, 2007), una vía de acceso a empleos mejores y mejor pagados. La escuela, y hoy particularmente la universidad, juega en nuestras sociedades un papel central en la distribución de las posiciones sociales, ¿cuántos y quiénes tienen la oportunidad de acceder a la educación superior?
        Es evidente en la última década un crecimiento en la matrícula de la educación superior en todos los países de América Latina y el Caribe, como consecuencia del crecimiento en los egresados en educación secundaria que incrementa la demanda en servicios educativos de educación superior (Aponte-Hernández, Mendes, Piscoya, Celton y Macadar, 2008). En México esta tendencia se refleja en los indicadores básicos de desempeño educativo en el nivel precedente al superior (tabla 1).
        México, como el conjunto de los países de la OCDE, ha realizado durante las últimas décadas un proceso de expansión educativa que se traduce en que cada generación ha alcanzado un nivel educativo superior al de la precedente (Mercado y Planas, 2005). Este fenómeno sería imposible sin la apuesta decidida de los Estados por aumentar la oferta educativa con el fin de incrementar la cobertura de los niveles posobligatorios, esfuerzo que, en el caso mexicano, ha sido mayor si recordamos que los aumentos en la cobertura se han realizando con generaciones de referencia cuya talla ha ido aumentando durante este periodo.




        Habitualmente se asocia el aumento de la cobertura en un nivel educativo con mejora de la equidad en el acceso a dicho nivel, como si el aumento de la oferta educativa implicara inevitablemente una mayor equidad en el acceso.
De hecho las políticas de aumento de la oferta en ES se consideran también políticas de mejora de su equidad, objetivo explícitamente relevante para dichas políticas. Se destaca entre los objetivos del Plan Nacional de Desarrollo y el Plan Sectorial de Educación 2013-2018 el asegurar mayor cobertura, inclusión y equidad educativa entre todos los grupos de la población.
        El razonamiento que subyace a esta asociación es el siguiente: el acceso a cualquier nivel no obligatorio empieza siendo minoritario, se inicia con el acceso de aquellos socialmente mejor situados, constituyendo este nivel, en un primer momento, un reducto minoritario para los sectores económica, social y culturalmente privilegiados. En la medida que la cobertura se amplia ello conlleva generar nuevos espacios que permitan el acceso de sectores sociales menos privilegiados, con lo cual se irá aumentando progresivamente el grado de equidad social de dicho nivel de estudio.
        ¿En qué medida los datos que disponemos confirman este razonamiento?
En este texto queremos aportar datos sobre la evolución de la cobertura y la equidad en el acceso a la ES en México de 1990 a 2010.
        Durante las últimas décadas se ha escrito mucho sobre el concepto de equidad aplicado a la educación, y en particular a la superior, tanto en general como en particular refiriéndose a México. Una muestra significativa de este debate son los artículos de Marisol Silva-Laya (2012) y Sylvie Didou (2011) en que se presentan tanto el debate teórico como su aplicación al caso mexicano. Más recientemente para el caso específico de la Universidad de Guadalajara disponemos del artículo de Enciso (2013) y una propuesta de medida de la equidad para el conjunto de México (Enciso y Planas, 2014).
        Por lo que respecta a la equidad, la pregunta central que se ha planteado, ya desde los años setenta, ha sido: ¿la escuela es una institución que ofrece las mismas oportunidades a todos los niños y jóvenes independientemente de su familia de origen o, por el contrario, refuerza, y legitima, las desigualdades derivadas del origen social de los estudiantes? En este texto concentramos el foco en la ES.
        Como complemento a la pregunta anterior acerca de la equidad presentaremos también datos acerca del grado de democratización de las mismas, en otras palabras: ¿nuestras instituciones de educación superior (IES) son elitistas, reclutan a sus estudiantes prioritariamente entre las clases altas o, por el contrario, actúan como ascensor social para los que acceden a ellas?
        Lo que nos proponemos en este texto es algo conceptualmente bastante simple: medir la evolución de ambos conceptos, cobertura y equidad, al principio y al final de un periodo determinado y constatar si su evolución ha sido en el mismo sentido o no. Para hacerlo necesitamos definir estos conceptos y hacer una propuesta de medida de los mismos. El periodo de referencia para la medida de ambos es el de 1990 a 2010.
        Sobre el concepto de cobertura en educación superior y su medición sabemos que no es un tema exento de controversia tampoco en México, el texto de Manuel Gil Antón, Javier Mendoza Rojas, Roberto Rodríguez Gómez y María Jesús Pérez García (2009) muestra ampliamente la complexidad del tema en México, complejidad en la que ha continuado abundando recientemente uno de los autores citados (Rodríguez, 2016).
        Pero entendemos que si lo que deseamos es observar su tendencia de evolución, vista la fuerte tendencia al crecimiento observada, como veremos más adelante, esta tendencia será muy similar, cualquiera que sea la medición que tomemos para hacerlo, lo cual nos ha llevado a inclinarnos por la más usual y frecuentemente utilizada, la de los informes presidenciales en México, elaborados con base en datos de la Secretaría de Educación Pública (SEP).
        Por otra parte deberemos medir cuál a sido la evolución de la equidad en el acceso a la ES durante el mismo periodo. Dicho en otras palabras, en qué medida el origen social de los jóvenes condiciona sus oportunidades de acceso a la educación superior, es un tema a la vez tradicional en las ciencias sociales y muy de actualidad en la evaluación de las políticas públicas relacionadas con la ES.
        En la actualidad, y estrechamente relacionado con la evolución de la estructura social y con la expansión educativa que se ha producido durante la segunda mitad del siglo XX, se utiliza como indicador del origen social de los graduados el nivel de estudios de los padres, porque, en las investigaciones recientes, es el factor de mayor influencia en la demanda de educación universitaria. Sobre este tema podemos ver los resultados presentados por Laura de Pablos y María Gil (2007), Marta Rahona (2009) y Cecilia Albert (2000).
        Además, el nivel de estudios de los padres constituye un indicador más estable del origen social que las categorías socio-profesionales, puesto que el nivel de educación de los padres referencia el origen familiar de los estudiantes a su edad temprana, en términos de capital cultural, y es relativo a las oportunidades educativas disponibles para cada generación. En cambio, el indicador de ocupación reflejaría una situación que puede modificarse con mayor facilidad que el nivel educativo, los padres pueden variar su puesto de trabajo durante toda su vida profesional, pero alcanzan un determinado nivel educativo durante su juventud y es difícil que lo modifiquen posteriormente.
        Por estas razones nos parece justificado utilizar el nivel educativo de los padres de los estudiantes universitarios como indicador de su origen social, en el análisis de la equidad en el acceso y egreso de la universidad, como ya hicimos para el caso de los estudiantes y egresados de la Universidad de Guadalajara (Enciso, 2013).
En este texto limitaremos el análisis al acceso a la educación superior y no a la graduación por ausencia de datos sobre egresados para el conjunto de México. Los datos que presentamos se caracterizan por:

• Considerar, los datos de cobertura como un indicador que mide, de forma aproximada, el acceso al nivel superior por parte de la población en la edad reglamentaria considerada por la SEP (18-23 años). Expresan el número de alumnos matriculados al inicio del ciclo escolar por cada 100 individuos con las edades oficiales para asistir a la escuela en dicho nivel.
• Concentrar nuestra atención en la equidad en el acceso a la universidad, puesto que los datos de que disponemos (en este caso los censos) no nos permiten hacer otra cosa. Por tanto, el concepto de equidad que vamos a emplear en este artículo se refiere a lo que Reimers (2000) llama el primer nivel o peldaño de equidad, en el que se analiza únicamente el acceso a la universidad, sin saber si los que ingresaron terminaron ni como les fue en su inserción profesional posterior al egreso.
• Utilizar un sistema de indicadores, simples y “sostenibles” (basados en bases de datos regulares, de momento los informes presidenciales para calcular la cobertura y el Censo para el análisis de la equidad) que cubran los distintos aspectos y el periodo de 1990 a 2010.
• Presentar estos indicadores con sus dimensiones temporal (evolución entre 1990 y 2010) y espacial (por comparación entre federación, regiones y estados).

Metodología empleada
En este texto, como hemos señalado anteriormente, queremos presentar una medida de la evolución de las tendencias de los indicadores de la cobertura y la equidad de 1990 a 2010.
        Tomamos como referencia este periodo porque es el más largo para el que disponemos de datos para medir la evolución de la equidad en el acceso a la educación superior en México, y además consideramos que es un periodo suficientemente amplio, reciente y significativo para medir la evolución de la cobertura y de la equidad en la educación superior en México, con el fin de observar si la evolución de ambas va de la mano o no.
        Ello plantea partir de una propuesta de medida que nos permita ver, en primer lugar, cual ha sido la evolución de la cobertura en educación superior durante estas dos décadas en México y, lo que es más complejo, hacer lo mismo con la equidad.
        En lo que se refiere a la evolución de la cobertura, la medida que emplearemos será la tasa bruta que se presenta en el VI Informe de Gobierno de Felipe Calderón (2011). Sabemos, como señalamos en la parte introductoria de este texto, que existe un debate sobre qué datos son pertinentes para medir la cobertura en educación superior, pero nuestro propósito no es tanto medir la cobertura con mayor precisión sino su evolución y, como veremos, los datos que nos proporciona la tasa bruta nos muestra una tendencia clara a todos los niveles territoriales que difícilmente puede cambiar si utilizáramos otros indicadores.
        En lo referente tanto a la cobertura como a la equidad, presentamos un análisis de los cambios durante un periodo reciente de 20 años de la cobertura y la equidad en el acceso a la educación superior, mediante la tasa bruta de cobertura (SEP, 2011), por los indicadores de índice de presencia (Enciso, 2013) y de movilidad social (Enciso y Planas, 2014) respectivamente, y los censos respectivos a estas fechas.
        La cohorte para calcular los índices de presencia y movilidad social, se fija con los siguientes criterios: edad de 18 a 27 años y haber aprobado cuando menos un ciclo de educación superior. Resulta importante señalar que para establecer los criterios del rango de edad como la condición de contar con educación superior se realizaron varios ejercicios; el primero con edad de 19 años considerando que es la edad promedio de ingreso a la universidad, el segundo con un rango de 18 a 23 años y el tercero de 18 a 27 años, este último permite quedarnos un número mayor de casos con acceso a la educación superior. Otro factor que favorece a este rango es la segunda condición de haber aprobado cuando menos un ciclo de educación superior, descartando la condición de encontrarse estudiando al momento del levantamiento del censo, dado que reducía la muestra y limitaba el cálculo de los indicadores. Para los dos momentos extremos de observación se calculan los indicadores a partir de la base de datos correspondiente a dichos años, 1990 y 2010.
        Tanto los índices relacionados con la equidad como las tasas de cobertura se analizan en tres niveles, atendiendo a una agregación geográfica: estados como unidad básica, regional (regiones ANUIES1) y federal. Para cada nivel de análisis los cálculos de los índices corresponden a los datos correspondientes al censo para la equidad mientras que para la tasa bruta de cobertura se toman los datos calculados por la SEP para cada estado y los de la federación, y se realiza la agregación pertinente para obtener los regionales, cuyo cálculo detallamos más adelante.
        Los datos de los censos se usan por ser una fuente de recolección estable, donde se puede obtener información de los sujetos que acceden a educación superior y los datos de escolaridad de sus padres, también permiten agregar los datos por estado y nivel federal. Se toma a partir del censo 1990 por ser el primer censo con microdatos disponibles y el de 2010 como el más reciente.
        Por lo tanto, las bases utilizadas para el análisis fueron los microdatos2 de los censos que garantizan una muestra representativa de los datos sociodemográficos de la población y en particular de la cohorte.
        Tasa bruta de cobertura: se usa el procedimiento oficial de la SEP, en el que se toma el porcentaje de los alumnos inscritos al inicio del ciclo escolar en el nivel superior, considerando la licenciatura escolarizada, no escolarizada y la normal  (estadística 911), con respecto a la población en edad reglamentaria de cursar ese nivel de (18 a 23 años) (CONAPO, Proyecciones de la Población de México, 2000-2050).
        Índice de presencia y de movilidad social: el índice de presencia (índice de Glass, 1954) refleja la relación de proporciones entre los niveles de estudio de los padres de aquellos que tuvieron acceso a la educación superior y el nivel educativo de la generación que tiene la misma edad que el grupo de padres de los que accedieron a la universidad. Así, el valor 1 implicaría igualdad de presencia de los diferentes niveles de estudios de los padres de universitarios en relación con los de su generación; un valor inferior o superior a 1 de los grupos bajo análisis implica subrepresentación o sobrerrepresentación, respectivamente.
        Para calcular el índice de presencia fue necesario construir la variable de origen social, a partir de la escolaridad de los padres, considerando la escolaridad más alta de alguno de ellos, categorizada como se muestra en la tabla 2.




        Para el cálculo del índice de presencia se establece la relación de proporciones entre los padres de los hijos con acceso a la educación superior (numerador) y la generación de los padres de acuerdo con el grupo de pertenencia (denominador). Es necesario aclarar que algunos de los casos que cumplían el criterio de edad en la cohorte ya no vivían en el hogar de los padres y no se tenía el dato de escolaridad para construir la variable de origen social por lo que se descartan esos casos.3
        El índice de movilidad social es una medida de la apertura de la educación superior a los hijos de los no universitarios, en términos coloquiales del papel de las IES como ascensor social. Este índice se construye con el cálculo de la población que accede a la educación superior como primera generación, es decir, que sus padres no son universitarios, por lo que es la suma de los porcentajes de origen social bajo y medio presentes en la educación superior.

Resultados sobre la evolución de la cobertura
En esta apartado presentamos los datos obtenidos acerca de los cambios en el periodo entre 1990 y 2010 de la tasa de cobertura bruta con base en los datos del VI Informe de Gobierno de Felipe Calderón, 2011. El orden de presentación es de mayor a menor agregación territorial, empezando por los datos a nivel federal y terminando por los datos desagregados por estados, pasando por los datos por regiones.

Tasa bruta de cobertura
Como hemos señalado anteriormente, la tasa bruta de cobertura es un indicador del grado de acceso al nivel educativo, en este caso al de educación superior.  Es el cociente entre el numero de personas que están escolarizadas en este nivel educativo y la población de referencia para este nivel, o sea la de 18 a 23 años.

Datos de evolución de la tasa de cobertura a nivel federal
La tasa bruta de cobertura a nivel federal entre 1990 y 2010 ha pasado del 12.3 % al 30.9%; si tomamos como base 100 la cobertura en 1990, implica un crecimiento del 251%.
        Estos datos nos muestran un crecimiento sustancial de la oferta de educación superior durante este periodo, sobre todo si tenemos en cuenta el crecimiento de la talla de la población de referencia en México a la que se aplican estas tasas.
        Estos datos nos muestran que, para el conjunto de la Federación, en estos 20 años se ha producido un crecimiento importante de la cobertura en educación superior. Sin entrar a discutir si la cobertura registrada es suficiente o si la medida utilizada es la más adecuada, constatamos simplemente que existe un crecimiento indiscutible de la cobertura; que la midamos como la midamos difícilmente nos mostraría una tendencia distinta o inversa.

Datos de evolución de la tasa de cobertura por regiones
Los datos que se presentan en las tablas 3 y 4 nos muestran que, por regiones, la tendencia al crecimiento es clara y se sitúa siempre entre el doble y el triple de la cobertura de origen.




        Los datos presentados también nos muestran, como más adelante constataremos por estados, unas tasas de cobertura de partida muy desigual y una evolución también desigual dentro del crecimiento generalizado. En términos relativos, respecto a la tasa de origen (1990=100), podemos decir que domina una dinámica compensadora. Por el contrario, si observamos el crecimiento en aumento en términos absolutos de la tasa de cobertura, aumentan las distancias entre las tasas de cobertura de la zona metropolitana y las demás, mientras las regiones del sur se sitúan a mayor distancia que la que presentaban al origen del periodo.




Datos de evolución de la tasa de cobertura por estados
Siguiendo la tendencia general, todos y cada uno de los estados han experimentado un crecimiento significativo de la cobertura en ES, pero de manera muy diversa por la tasa de la que partían al principio del periodo, por la que tienen al final del mismo y por el grado de crecimiento tanto absoluto como relativo que han experimentado.







Resultados sobre la evolución de la cobertura
En esta apartado presentamos los datos obtenidos acerca de los cambios en el periodo 1990-2010 de los índices de presencia y del de movilidad social con base en los censos respectivos de 1990 y 2010. El orden de presentación es de mayor a menor agregación territorial, empezando por los datos a nivel federal y terminando por los datos desagregados por estados, pasando por los datos por regiones. En primer lugar tenemos los resultados referentes al índice de presencia para presentar a continuación los del índice de movilidad social.

Índice de presencia
Como se indica en el apartado metodológico, uno de los indicadores de la equidad en el acceso que proponemos es el índice de presencia de los distintos orígenes sociales de los estudiantes a través de sus padres respecto a los de la sociedad representada por la generación de los padres de los egresados en la población de referencia.
        El índice de presencia, recordémoslo, es un cociente cuya evolución depende tanto de la evolución de los numeradores (distribución del origen social de los que acceden a la educación superior) como de los denominadores (distribución del origen social de la generación de los padres de los jóvenes que acceden a la educación superior).
        A continuación presentamos los resultados.

Datos del índice de presencia a nivel federal
La tabla 5 nos muestra que entre 1990 y 2010 se produce un desplazamiento de la presencia en la universidad de los estudiantes de los orígenes sociales más bajos y medios hacia aquellos con origen alto. Si bien es verdad que también se produce un desplazamiento en el mismo sentido en el conjunto de la generación de los padres (como efecto de la expansión educativa en dicha generación), éste es mucho menor, o más lento, que entre los padres de los estudiantes con origen alto.
        Los datos de la tabla 5 ya nos permiten prever que los indicadores que a continuación aplicaremos, tanto el índice de presencia como el de movilidad social, nos mostrarán que, se mida como se mida, durante este periodo se ha producido una disminución de la equidad en el sistema universitario mexicano, al crecer, más que proporcionalmente, respecto a la población en general, la presencia de los universitarios de origen social alto, mientras que disminuye la de aquellos con origen social medio y bajo.




           Como señalamos en el apartado metodológico, un sistema equitativo sería aquel en que los índices de presencia de todos los orígenes sociales dieran 1, debido a que la presencia de hijos de cada origen social en la universidad fuera proporcional a su presencia en la sociedad, representada por la generación de los padres.
           Al realizar el cociente entre el origen social de padres universitarios y de generación de los padres a nivel nacional, para obtener el índice de presencia (gráfica 1), se confirma lo que preveíamos: mientras el índice de presencia de los niveles bajo y medio disminuyen, el del nivel alto se mantiene. Ello significa que las oportunidades de acceso a la universidad de los hijos de universitarios (origen alto) se mantienen muy por encima de la equidad en los dos momentos (3.3 respecto a la equidad, que sería 1), mientras que los índices de presencia de los de origen medio disminuyen, de 1.9 a 1.5, aunque se mantengan por encima de la equidad y los de origen social bajo, además de estar en los tres momentos por debajo de la equidad, disminuyen notablemente.



Datos de la evolución del índice de presencia por regiones
Si hacemos la misma comparación entre las regiones definidas por ANUIES, observamos que la tendencia general se mantiene, pero con diferencias.
           Los datos de la tabla 6 nos indican que la presencia de los estudiantes de origen social bajo es cercana a 0.66 (recordemos que la equidad implica el valor 1) en 1990, y desciende a valores inferiores al 0.50 en todas las regiones en 2010. Esta disminución de la presencia de los estudiantes de origen social bajo es bastante homogénea en todas las regiones y, por tanto, cercana en todos los casos a la media.
           Frente a esta disminución general de los de origen bajo, observamos una evolución mucho más diversa de los de origen social alto, que en todos los casos se sitúa por encima de 1 pero que alcanza en 2010 valores de oscilan de 1.69 (Región Metropolitana) a 4.49 (Región Sur-Sureste), superando incluso los valores de 1990. En la mayoría de los casos el índice de presencia de los niveles altos disminuye aunque de manera proporcionalmente inferior a la disminución que se produce en los niveles bajos.



           También observamos una disminución del índice de presencia de los estudiantes de nivel medio, pero únicamente en uno de los casos, el de la región Metropolitana, se sitúa por debajo de 1 (0.82). En los demás casos este origen se halla sobrerrepresentado aunque menos que los de origen alto.
           Si comparamos las regiones globalmente vemos que en los extremos se hallan la región Sur-sureste con las máximas diferencias en el índice de presencia y la región Metropolitana con las menores diferencias. Por tanto, medida la equidad mediante el índice de presencia, México presenta unas diferencias regionales importantes tanto en los diferentes momentos como en su evolución temporal.

Datos del índice de presencia por estados
Las diferencias observadas entre regiones se acentúan si observamos los datos por estados que se presentan en la tabla 9.




           Observamos que las diferencias de presencia por estados de los estudiantes de origen social bajo oscilan entre 0.5 (Querétaro) y 0.8 (Campeche, Guerrero, Nayarit, Quintana Roo, Sinaloa y Tlaxcala) en 1990 y pasan a oscilar entre 0.3 (Chihuahua y Nuevo León) y 0.6 (Campeche y Yucatán) en 2010.
Respecto a los de origen social alto las diferencias del índice de presencia por estados oscilan entre el 2.1 (Distrito Federal) y el 5.8 (Coahuila) en 1990, y entre el 1.7 (Distrito Federal) y el 7.2 (Chiapas) en 2010.
           En cuanto al índice de presencia de los universitarios de origen social medio, la evolución ha oscilado entre el 1.2 (Distrito Federal) y el 3.6 (Coahuila y Oaxaca) en 1990 y entre el 0.8 (Distrito Federal) y el 2.8 (Chiapas) en 2010.

Índice de movilidad social
Como hemos indicado anteriormente, el índice de movilidad social pretende medir la “apertura” del sistema de ES respecto a nuevos llegados, es decir, la capacidad de las IES para incorporar a estudiantes cuyos padres no accedieron a la ES, lo cual se relaciona con el papel de “ascensor social” de la misma. Este índice se construye mediante la suma de los porcentajes de estudiantes provenientes de origen social bajo y medio.
           Este índice esta indirectamente relacionado con los de presencia pero no mide lo mismo, consideramos que ambos índices son complementarios.

Índice de movilidad social por regiones y federal
Como observamos en la tabla 8 y en la gráfica 2, el sistema universitario mexicano está formado por estudiantes mayoritariamente hijos de no universitarios, es decir de jóvenes que son los primeros de sus familias que acceden a la ES. Pero esta presencia ha evolucionado de 1990 a 2010 disminuyendo de manera generalizada tanto a nivel federal como por regiones.
           Esta disminución, si recordamos los datos de la tabla 5, es parcialmente debida a un cambio general de la población mexicana o, dicho de manera más precisa, de la elevación del nivel de estudios de la generación de los padres de los que accedieron a la ES en México, que a su vez ha incrementado la proporción de titulados superiores. La expansión educativa también afectó a las generaciones de los padres, al aumentar el nivel educativo de los padres, en las generaciones de estudiantes que accedieron a la universidad en 2010, es mayor la presencia de padres profesionistas que en la de los que accedieron en 1990; pero el aumento de hijos de profesionistas entre los estudiantes universitarios es notablemente mayor al incremento proporcional de padres con estudios superiores entre estas dos generaciones, lo cual refleja que las oportunidades de acceso de los hijos de no profesionistas ha disminuido más que la proporción de padres no profesionistas. La disminución que observamos del índice de movilidad social, como también se muestra en la tabla 9, no se explica sólo por este aumento del nivel de estudios en la generación de los padres de los universitarios entre 1990 y 2010, sino que muestra una disminución en la capacidad de absorción del sistema en conjunto de los “nuevos llegados”, lo cual podemos cualificar de aumento del elitismo de dichas instituciones.
           Pero, si bien esta disminución es general, no se da de la misma manera en todas las regiones. Mientras en la región Sur-Sureste se mantiene en las tres cuartas partes la proporción de estudiantes de padres no universitarios, en la Región Metropolitana dicha proporción ya es inferior a la mitad. Las demás regiones se hallan en posiciones intermedias entre ambas, aunque siempre disminuyendo su índice de movilidad social.



<


Índice de movilidad social por estados
Como sucedía para los índices de presencia, la tendencia por estados es congruente con la tendencia general, y muestra en todos los casos una disminución del índice de movilidad social (tabla 9). De todas maneras, este índice se mantiene por encima del 50% en todos los estados, excepto en el Distrito Federal y Nuevo León y sólo para 2010.
           La disminución es también muy diversa y oscila entre más del 30% del Distrito Federal y Coahuila, menos del 10% de Chiapas, Puebla y Yucatán.



Conclusiones
Si consideramos válidos los datos disponibles y pertinentes los indicadores utilizados, los resultados nos permiten concluir que:

• Durante el periodo 1990-2010 ha aumentado la cobertura en la educación superior de manera generalizada, significante cuantitativamente y sin precedentes, en todos los niveles territoriales, tanto por estados, por regiones como a nivel federal.
• Aunque el aumento de la cobertura ha sido desigual tanto por estados como por regiones todos comparten la tendencia al crecimiento y a un crecimiento cuantitativamente muy elevado, tanto en términos absolutos como relativos.
• Simultáneamente, a nivel federal, entre 1990 y 2010 han evolucionado tanto el origen social de los estudiantes que han accedido a la ES como el de la población de la generación de los padres. Ambos en el sentido de aumentar la presencia de los hijos de padres con estudios superiores.
• Pero la presencia de estudiantes con padres con estudios superiores ha crecido más que los titulados superiores de la generación de los padres. En consecuencia, durante el periodo entre 1990 y 2010 ha disminuido la equidad en el sistema en su conjunto, si medimos la equidad en términos de oportunidades de los hijos de clases bajas de acceder a la educación superior (índice de presencia) o de porcentaje de hijos de no profesionistas en la universidad (índice de movilidad social).
• Este dato se corrobora, a nivel federal, mediante los indicadores de presencia y de movilidad social.
• Especial mención merecen dos datos: a) la disminución drástica, durante los 20 años contemplados, del índice de presencia de los estudiantes con origen social bajo y b) la disminución del índice de movilidad social durante el mismo periodo.
• A pesar de ello, no podemos clasificar de elitista al sistema en su conjunto, pues aún en 2010 son mayoría los estudiantes que acceden a la ES que provienen de niveles medio y bajo. Pero la tendencia es a disminuir el índice de movilidad social.
•Estas tendencias observadas a nivel federal se confirman también para todas las regiones y para cada estado, aunque con una importante heterogeneidad entre los mismos.
• Las diferencias entre regiones y entre estados no tienen fácil explicación aunque parecen fruto de su historia previa, no solo en políticas de educación superior sino también económica (nivel de desarrollo) y social.
• Pero el resultado mayor es la respuesta a la pregunta formulada en el título de este texto. La respuesta en NO. Observamos una evolución opuesta entre cobertura y equidad en la educación superior en todos los niveles territoriales. ¿A qué se debe este resultado contra-intuitivo? ¿Qué implicaciones para las políticas de educación superior?
• Pero este resultado general y generalizado, ha de ser matizado en las diferencias estatales que presenta. Esta sería una tarea a desarrollar en trabajos posteriores y desborda las posibilidades e intenciones de este texto.
• Este artículo presenta los resultados de la medida de la evolución de la cobertura y la equidad del acceso a la educación superior, con base en un indicador de cobertura y dos indicadores para la equidad, el de presencia y el de movilidad social. Queda pendiente un análisis de la diversidad de comportamientos entre estados  y en el interior de los estados. Recientemente se han desarrollando trabajos al respecto basados en una exploración previa de los factores de equidad presentes en la literatura, como objeto de dos tesis de maestría vinculadas a la Maestría en Gestión y Políticas de la Educación Superior del CUCEA de la Universidad de Guadalajara y vinculadas al proyecto ITUNEQMO-Itinerarios Universitarios Equidad y Movilidad Ocupacional: Verduzco (2016) y Silva (2016).
• Estas recientes tesis de maestría realizadas por Verduzco (2016) y Silva (2016) han aportado datos adicionales. Identifican como factores que favorecen la equidad en el acceso la desconcentración de la oferta académica pública en zonas rurales; ésta incrementa la posibilidad de acceso de sectores tradicionalmente excluidos a la educación superior, de la misma manera que contar con políticas de apoyo a estudiantes (Silva, 2016). Mientras que los aspectos que limitan el acceso son  el nivel socioeconómico, tanto familiar como de la comunidad, el hecho de tener una condición de migrante o indígena y en zonas rurales sin oferta pública, se reducen las posibilidades de acceso, sobre todo para las mujeres (Verduzco, 2016).


*María-Isabel Enciso-Ávila
Mexicana. Doctora en Educación por la Universidad de Guadalajara, México. Profesora Titular de tiempo completo de la Universidad de Guadalajara. Temas de investigación: gestión estudiantil, itinerarios formativos y laborales de universitarios y equidad educativa. maria.enciso@csh.udg.mx
Regresar

**Jordi Planas-Coll
Español. Doctor en Sociología por la Universidad de Barcelona, España. Profesor Emérito de la Universidad Autónoma de Barcelona. Temas de investigación: relación educación y empleo, expansión del mercado de trabajo; competencias para el trabajo, juventud, educación y trabajo; políticas de educación, formación y empleo. profesoramn@hotmail.com
Regresar

1. Para la región Metropolitana se consideró sólo el Distrito Federal para dejar al Estado de México en la Región Centro-Sur por encontrarse en ambas. Regresar

2. Los microdatos de la Muestra de los Censo de Población y Vivienda contienen información por entidad federativa, sobre las características sociodemográficas básicas, el tamaño, la composición y la distribución territorial de la población en el país; tomando como universo de estudio a las viviendas particulares y sus ocupantes. Garantiza estimadores con precisión y confianza aceptable. Se parte de 1990 por ser el primer censo en tener microdatos. Regresar

3. La proporción de casos que se descartan por no contar con la escolaridad de los padres es del 39% en 1990, del 33% en el 2000 y de 28% para el censo del 2010. Regresar


Referencias
Albert, C. (2000), “Higher education demand in Spain: the influence of the labour market signals and family background”, en Higher Education, núm. 40, pp. 147-162.
Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educacion Superior (ANUIES) (2003), Mercado laboral de profesionistas en México. Diagnóstico (1990-2000). Primera parte, México, ANUIES.
Aponte-Hernández, E., M. Mendes, L. Piscoya, D. Celton y D. Macadar (2008), “Desigualdad, inclusión y equidad en la educación superior en América Latina y el Caribe: tendencias y escenarios alternativos en el horizonte 2021”, en A. L. Gazzola y A. Didriksson, Tendencias de la Educación Superior en América Latina y el Caribe, Caracas, UNESCO.
Beduwe, C. y J. Planas (2003), Educational expansion and labour market, Luxemburgo, EDEX/Office for Official Publications of the European Communities.
Consejo Nacional de Población (CONAPO), Proyecciones de la población 2010-2050, México, Secretaría de Gobernación, <http://www.conapo.gob.mx/es/CONAPO/Proyecciones>[Consulta: junio de 2016].
De Pablos, L. y M. Gil (2007), “Análisis de los condicionantes económicos del acceso a la educación superior”, en Presupuesto y gasto público, núm. 48, pp. 37-57.
Didou, S. (2011), “La promoción de la equidad en educación superior en México: declinaciones múltiples”, en Reencuentro, núm 61, pp. 7-18.
Enciso, I. (2013), “El origen social de los graduados y la equidad en el acceso a la universidad”, en Revista de la Educación Superior, núm. 165, pp. 11-29.
Enciso, I. y J. Planas (2014), “Una propuesta de medición. Evolución (1990-2010) de la equidad en el acceso a la educación superior por regiones y estados en México”, en Acosta y Planas (coord.), La arquitectura del poliedro: itinerarios universitarios, equidad y movilidad ocupacional,  Guadalajara, Universidad de Guadalajara.
Gil-Antón,  M., J. Mendoza-Rojas, R. Rodríguez-Gómez y M. Pérez-García (2009), Cobertura de la educación superior en México. Tendencias, retos y perspectivas, México, ANUIES.
Glass, D. V. (1954), Social mobility in Britain, Glencoe, Illinois, The Free Press.
Gobierno de la República (2011), VI Informe de Gobierno de Felipe Calderón. Anexo estadístico, México, Gobierno de la República, <http://calderon.presidencia.gob.mx/informe/sexto/anexo_estadistico.html> [Consulta: junio de 2016].
Gobierno de la República (2013), Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018,  <http://pnd.gob.mx/> [Consulta: junio de 2016].
Mercado, A. y J. Planas (2005), ”Evolución del nivel de estudios de la oferta de trabajo en México. Una comparación con la Unión Europea”, en Revista Mexicana de Investigación Educativa, núm. 25, pp. 315-343.
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) (2007), Education at a glance, París, OCDE.
Rahona-López, M. (2009), "Equality of opportunities in Spanish higher education", en Higher Education, vol. 58, núm 3, pp. 285-306.
Reimers, F. (2000), “Educación, desigualdad y opciones de política en América Latina en el siglo XXI”, en Revista Iberoamericana de Educación, núm. 2, tercer trimestre, pp. 11-42.
Rodríguez-Gómez, R. (2016), “Análisis de la cobertura de educación superior”, en Campus Milenio, México, 23 de marzo.
Secretaría de Educación Pública (SEP) (2013), Plan Sectorial de Educación 2013-2018, México, SEP,  <http://www.sep.gob.mx/work/models/sep1/Resource/4479/4/images/PROGRAMA_SECTORIAL_DE_EDUCACION_2013_2018_WEB.pdf> [Consulta:  junio de 2016].
Silva-Laya, M. (2012), “Equidad en la educación superior en México: la necesidad de un nuevo concepto y unas nuevas políticas”, en Archivos analíticos de políticas educativas, vol. 20, núm. 4.
Silva-Velarde, E. G. (2016), “El acceso a la educación superior en Chiapas y Nuevo León: factores que intervienen en la equidad”, Tesis de Maestría, Guadalajara, Universidad de Guadalajara.
Verduzco-López, M. (2016), “El acceso a la educación superior en las regiones de Jalisco: factores que intervienen”, Tesis de Maestría, Guadalajara, Universidad de Guadalajara.


Cómo citar este artículo
Enciso-Ávila, María-Isabel y Jordi Planas-Coll (2018), “¿Aumentar la cobertura aumenta la equidad?: el caso de la educación superior en México de 1990 a 2010”, en Revista Iberoamericana de Educación Superior (RIES), México, UNAM-IISUE/Universia, vol. IX, núm. 25, DOI: http://dx.doi.org/10.22201/iisue.20072872e.2019.25.336 [consulta: fecha de última consulta].